Una fobia, es un temor intenso e irracional hacia las personas, cosas o situaciones. Por ejemplo: temor a los espacios cerrados −claustrofobia−, temor a las arañas –aracnofobia− o temor a las situaciones sociales –fobia social.
Las fobias específicas, son un problema frecuente en menores que padecen Trastorno del Espectro Autista (TAE), siendo a menudo, las fobias sociales como el principal padecimiento.
Sin embargo, en una investigación reciente, publicados en la Revista Journal of Autism and Developmental Disorders, los investigadores sugieren que la Terapia con Realidad Virtual Inmersiva combinada con Terapia Cognitvo Conductal, podrían ayudar a algunos niños a aliviar sus síntomas fóbicos.
Durante la investigación, un grupo aproximado de 32 menores con Autismo, de entre 8 y 14 años, fueron divididos en dos grupos. Al primero, se le administro por completo la terapia –Realidad Virtual y Terapia Cognitivo Conductual−, y al segundo, no se le administro absolutamente nada.
La terapia consistió en una sesión inicial con el menor y sus padres, en la que una terapeuta especializada, le enseñaba estrategias cognitivo conductuales para enfrentar las situaciones fóbicas. Al termino de las estrategias, los menores acudían a cuatro sesiones de Terapia con Realidad Virtual Inmersiva, en las que no se usan gafas de Realidad Virtual y en la que, en todo momento, la terapeuta acompaña al menor, mientras que los padres proyectan imágenes relacionadas con la fobia especifica de sus hijos.
En este primer video, podemos observar como los investigadores realizan el procedimiento: primero, relajan al menor en compañía de sus padres mediante una atmosfera placentera y relajante, y enseguida, proyectan las situaciones fóbicas a las que se tienen que enfrentar los menores.
En el siguiente vídeo, podemos observar como un menor con fobia social, se enfrenta a situaciones sociales adversas en un aeropuerto. Observe con cuidado, como el menor respira y mira a la terapeuta antes de enfrentar a una persona que se encuentra en el camino. Poco a poco se relaja y continua su trayecto, manejando de manera adecuada la situación de estrés.
Según explican los investigadores, un tercio de los menores que recibió tratamiento, experimentó mejorías en la vida real; fueron capaces de manejar situaciones cotidianas que antes no podían. Aunque los resultados globales son modestos (alrededor de un 38% de éxito), los investigadores destacan la buena aceptación de la terapia entre padres y menores, sin que se hayan reportado casos de abandono.
Conozca el estudio completo en → http://bit.ly/2XcdYl5
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